Spiritual Knowledge of the World

Secular Science by itself leads to illusion. The Gospel by itself leads to hallucination. The middle way between illusion and hallucination is found by grasping reality through Spirit. Mankind must above all seek Universality and the courage to look at things from all sides.

Thursday 19 May 2011

Diferencias: Voto en blanco y EL VOTO NULO...

Diferencia entre votar en blanco, no votar y votar nulo.


YO, VOTO NULO.

Abril del 2011 en algún lugar de la depauperada España; a estas alturas sobran

razones para afirmar que el sistema que nos gobierna no está funcionando nada bien, ni

es justo, ni es equitativo, ni escucha, ni responde, ni respeta, ni beneficia, ni representa a

la mayoría de los ciudadanos. Ahora, nos llaman otra vez a votar, se abre así el telón de

una nueva farsa, la parodia mediante la cual nos hacen creer que nuestra opinión cuenta

en esto a lo que llaman democracia. Si has llegado al punto en que ya no te crees nada

de la representación que escenifican los actores de turno, si te indigna y entristece a la

vez todo lo que nos está pasando, y buscas pero no encuentras; si pensabas votar en

blanco, o nulo, o a un partido minoritario aún a sabiendas de lo poco que sirve eso, o si

ni tan siquiera pensabas ir a votar, dedica a este espacio unos minutos porque tal vez sea

esta tu campaña, la que le dice a los que dirigen esta pantomima de democracia: “¡No

cuenten conmigo para esta farsa!”.


Como veis, se trata de votar nulo, pero metiendo una papeleta concreta en el sobre,

la papeleta del voto nulo por supuesto. Ya sé, ya sé... no hay papeletas para votar nulo

en los colegios electorales. No importa, buscamos una. Una, sí... ¿pero cuál? Nosotros

proponemos esta que ven aquí abajo, nos ha llegado a través de la red y ya corre desde

hace días, dicen que como la pólvora. Aunque valdría cualquier otra, como si metéis en

el sobre una loncha de chorizo, lo cual sería muy representativo por cierto. Pero la

potencia del asunto es que se pueda identificar a todos los rebeldes del voto nulo con

una marca, y que esa sea una imaginativa papeleta, acompañada con todos los

argumentos que se quiera. Porque un voto nulo individual no significa nada tomado

aisladamente –alguien que se equivocó-, pero cuando se trata de un mismo y

masivo voto nulo la cosa cambia, y pasa a ser la voz de la disconformidad de una

sociedad frente a sus gobernantes como forma de protesta pacífica que busca y

exige un cambio en la manera de hacer política, un serio aviso ante un posible

estallido social.


Pero ya que estamos convendría explicar cuales son las diferencias entre votar en

blanco, votar nulo, no votar y votar a un partido minoritario, por ser estas las cuatro

opciones que habitualmente se bajaran para mostrar el rechazo a los partidos que

gobiernan.

  

Abstención.

Esta opción sería efectiva si dejaran de ir a votar de un 60% del electorado en

adelante, y aún así, estaría por ver si la clase gobernante se daría por aludida o seguiría

diciendo que hizo un buen día de playa y la gente prefirió no pasar por las urnas. La

abstención activa y con conciencia, por desgracia no hay forma de probarla, y suele

camuflarse con el simple pasotismo o desafección del ciudadano por todo lo que huela a

político. En el actual estado de la situación se hace difícil pensar en una abstención

superior al 50%, por tanto, no creemos que sea la mejor opción como medida de

protesta. Una alta abstención hace que sean necesarios menos votos para conseguir un

escaño, pero afecta por igual a todos los partidos, sean grandes o pequeños.


Voto a un partido minoritario.

Es otra opción elegida por algunos para votar y no votar a los partidos que

gobiernan, aún cuando no se identifican del todo o no conocen el programa de ese

minoritario partido, y saben que no alcanzará unos objetivos mínimos capaces de lograr

cambiar algo. Sobran razones para desaconsejar esa opción de voto. De entrada porque

en la mayoría de los casos no logran pasar el corte y se convierten en votos tirados a la

basura, víctimas de un sistema electoral donde los topes necesarios para poder optar a

escaño se elevan hasta el 6% en Canarias, donde hay que sumar otro tope o barrera

electoral, la del 30% insular, haciendo así de la sistema electoral canario el más injusto

y desigual de Europa. Aún más complicado en un sistema que tiende claramente al

bipartidismo, donde los medios y el capital están todos en manos de esos mismos

grandes partidos. Y en último extremo, ¿que posibilidades tendría de cambiar algo uno

de estos partidos alternativos en el caso de lograr... uno, dos, tres escaños? ¿Los dejaría

el sistema hacer, o los asimilaría? ¿Acaso no son los Mercados los que dictan las

normas? En definitiva, y aún a expensas de que moleste a algunos, en mi opinión votar

a un partido minoritario hoy es votar a las comparsas que participando en el juego

legitiman el fraude. Lo legitiman porque todos esos votos llamados no útiles que van a

parar a partidos pequeños para luego no alcanzan representación alguna, lo único que

con ello logran es subir la participación electoral de forma que permiten a los

gobernantes decir que la democracia goza de muy buena salud, porque han votado en

torno al 60 o al 70 por ciento los electores. En Canarias, sin ir más lejos, en las últimas

elecciones autonómicas, de los 921.284 votos a partidos casi 200.000 no obtuvieron

representación pero hicieron que la participación alcanzara el 63% y todo pareciera

normal. De no haber votado esos casi 200.000 la participación habría caído por debajo

del 50% y el descontento se habría visto algo más claro.


Voto en blanco.

Este es el voto de los indecisos, de los que no encuentran partido que los

represente pero no cuestionan ni critican el sistema. Es un voto de descontento

políticamente muy correcto. Hasta ahí todo está bien, es lo que casi todo el mundo sabe.

Pero hay más sobre el voto en blanco, ese famoso mito de los que dicen que votar en

blanco favorece a la mayoría. Lo dicen pero nadie se para a explicarlo. Está bien,

nosotros lo haremos. Veremos la influencia que tienen los votos en blanco en el reparto

de escaños, que es mucha, aunque no lo parezca a simple vista.


Y para saberlo, nada mejor que imaginarnos un hipotético plebiscito, en una

comunidad inventada a la que llamaremos, por ejemplo... Bananaria. En Bananaria se

sigue la misma Ley Electoral que se aplica en nuestra Comunidad, pero sólo hay 20.000

personas con derecho a voto, y de esas, sólo 10.000 han votado. Tenemos pues un 50%

de abstención, similar a lo que sucede en muchos plebiscitos en muchos lugares del

mundo. Los 10.000 votos han quedado repartidos de la siguiente manera:


Partido A:..................... 4.000 votos.

Partido B:..................... 3.500 votos.

Partido C:......................1000 votos.

Partido D:....................... 550 votos.

Votos en blanco:................950 votos.


Algunos detalles importantes:


-Para que un partido cualquiera pueda acceder al reparto de escaños es necesario que

acceda a un porcentaje mínimo de votos con respecto al total de votos emitidos. En

algunos lugares, para algunos comicios esa barrera es del 3%, en otros es del 5%, y en

otros es del 6%. En Bananaria esa barrera se sitúa en el 6%.


-Los escaños que se reparten son un total de 40.

Bien, pues empecemos con el recuento, veamos los porcentajes de cada uno para

ver quienes superan la barrera del 6%. Algo que por suerte en Bananaria es sencillo:

40% para el Partido A, 35% para el Partido B, 10% para el partido C, 9,5% para los

votos en blanco y 5,5% para el Partido D.


¿Qué ha ocurrido? Ha ocurrido que el Partido D, sintiéndolo mucho por ellos, no

ha alcanzado ese 6% y se quedan fuera del reparto de escaños, lástima, lástima, otro año

será.


¿Y qué pasa con el voto en blanco? Pues pasa que sí que se cuenta, su 9,5%,

porque es un voto válido y así está contemplado en la Ley Electoral general de

Bananaria, pero no computa, esto es, no entra en la segunda fase, en la del reparto de los

escaños, aún cuando pase del 6%.


¿Qué nos queda? Un parlamento con 40 escaños a repartir entre tres partidos de la

siguiente manera:


Partido A: 4.000 votos...................19 escaños.

Partido B: 3.500 votos...................17 escaños.

Partido C: 1000 votos.....................4 escaños.


¿A cuantos votos les sale el escaño a cada partido? Lo sabremos con mucha

aproximación con una sencilla operación que resulta de dividir los 8500 votos

computables entre los 40 escaños, de lo que nos da un resultado de 212 votos. 212 votos

voto arriba voto abajo es lo que le cuesta a cada uno de los tres partidos del Parlamento

de Bananaria un escaño.


Primera lectura que podemos hacer de los resultados: hay un partido de

Bananaria que ha sacado 550 votos y no ha obtenido ningún escaño, cuando el escaño

sale a poco más de 200 votos. ¿Un poco injusto parece verdad? Así es. Esto mismo le

sucedió a un partido en Canarias en las últimas elecciones autonómicas: coon más de

50.000 votos no superó el 6% y se quedó sin escaños, cuando el escaño a los partidos

que sí pasaron el corte del 6% les había salido por entre 12.000 y 14.000 votos.


Ahora veamos qué pasaría en Bananaria con una pequeña variación en los

resultados. Veamos qué ocurre si los que votan en blanco deciden finalmente no votar y

abstenerse. Parece claro que variarán los porcentajes de votos sobre el total de cada

partido, restado ya el 9,5% de todos los que votaron en blanco. Varían pero, ¿en qué

sentido? Con unas simples reglas de tres obtenemos un resultado que nos deja al Partido

A con un 44%, el Partido B con el 39%, el Partido C con el 11% y el partido D

superando por poco el 6%.


¡Voilà! El partido D entra ahora en el reparto, ha superado el 6%. ¡Enhorabuena!


Y además le corresponden 2 escaños. 2 escaños que antes no tenía y que por arte del

sistema de reparto de Bananaria -igual que el de nuestra CCAA, el mismo que en

España- se los ha restado al partido A, que se queda con 18 escaños, y al Partido B que

se sitúa en 16.


Segunda y principal conclusión que sacamos de esta simulación: el voto en blanco

que se dio en la primera hipótesis fastidiaba claramente a un partido pequeño y

beneficiaba a los partidos más votados. En la segunda hipótesis, los descontentos

políticamente correctos votantes en blanco se lo pensaron mejor y decidieron quedarse

en casa. Y gracias a esa decisión de última hora en el Parlamento de Bananaria hay

cuatro fuerzas políticas en lugar de tres. ¿Curioso verdad? Pues así es. Piensen ahora los

que votaron en blanco en tantos y tantos comicios, cuantos escaños le habrán quitado a

partidos minoritarios para dárselos a partidos grandes.


Se entiende así mejor por qué casi nadie se molesta en explicar este detalle y a

ningún partido de los grandes preocupa ni parece molestar esta opción de voto

descontento. Dicho esto tampoco parece muy buena opción de protesta el uso del voto

en blanco.

 

Voto nulo.

El voto nulo se considera un voto inválidamente emitido, es decir, un voto que no

se ajusta a ninguna de las opciones posibles y disponibles. En los albores de la

democracia en nuestro país el voto nulo era relacionado con personas que se

equivocaban al votar por desconocimiento del proceso. En las últimas décadas se ha

identificado también con un voto de protesta de corte radical, frente al voto en blanco

que representaba al voto de protesta políticamente correcto.


El voto nulo, a diferencia del voto en blanco, se queda en la primera fase y sólo se

cuenta como voto emitido, pero no entra a fastidiar a nadie con el reparto de

porcentajes. No fastidia a ninguno de los que quieren jugar a la farsa electoral, y no lo

hace porque ni siquiera juega, rompe las reglas, no las acepta, y lleva así por tanto

implícito el mensaje de protesta. Es la abstención, pero es activa y clara y no se

confunde con la desidia o el pasotismo, expresa una discrepancia formal con las normas,

con la manera de hacer de la clase política y en definitiva con el sistema que nos

gobierna. El voto nulo no quiere un pequeño cambio, quiere un cambio sustancial,

quiere otra manera de hacer las cosas.


Hagamos para acabar una última simulación con la que podremos ver el potencial

del voto nulo bien organizado. Tomemos las últimas elecciones al Parlamento de

Canarias en el año 2007. Fueron 921.284 votos a partidos, frente a 523.594 electores

que no fueron a votar. ¿Cuántos de ese más de medio millón no votaron por pasotismo y

cuantos no votaron como expresión de protesta? Nunca lo sabremos con certeza. Ahora

imaginad que 323.000 de esos abstencionistas decidieran votar nulo en lugar de

quedarse en casa. ¿Qué habría pasado?: que el voto clara e incuestionablemente

contrario y rebelde al sistema habría ganado las elecciones.


Y hasta aquí lo que se podía explicar sobre esta campaña. Lo demás corre por

cuenta de los participantes aunque es sencillo, divertido y además barato: basta con que

circule la papeleta -como fichero adjunto al email- del señor sentado sobre el water, por el ciberespacio o por el espacio

real, en universidades, barrios obreros, playas, supermercados, oficinas del paro, salas

de espera y por qué no también en los mismo buzones que llenarán de papeletas de voto

y propaganda electoral pagada con nuestros impuestos. Al menos, la nuestra no va a

cuenta del contribuyente. ¿Os animáis entonces?


Democracia real ¡YA!

Si cambia la ley electoral..., otro gallo cantaría.



 
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